La celebración del Día Mundial de la Belleza encierra una infinidad de elementos que nos indican hacia dónde va esta tendencia en el país que sólo en 2024 alcanzó los 3.279 millones de dólares en ventas, con un crecimiento del 16,3% frente al año anterior, según cifras de la ANDI.
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Desde las pinturas rupestres hasta los rituales de las grandes civilizaciones, la belleza ha sido mucho más que apariencia: ha sido lenguaje, identidad y poder. Es un concepto subjetivo y cultural, influenciado por la percepción individual, los patrones sociales y hasta la evolución. Aunque algunos elementos se asocian con lo objetivo —como la proporción o la armonía—, la belleza se completa en la experiencia y en la emoción que genera en las personas. En ese sentido, en el marco del Día Mundial de la Belleza (9 de septiembre), se convierte en la ocasión perfecta para reflexionar sobre su impacto en la sociedad, la cultura y la economía.
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La belleza ha acompañado a la humanidad durante miles de años, consolidándose como una necesidad esencial que impacta cómo nos sentimos, cómo nos relacionamos y cómo construimos identidad. Y en Colombia, reconocido internacionalmente como el país de la belleza, esto cobra un significado especial: la diversidad cultural, la riqueza natural y la calidez de su gente convierten lo cotidiano en una expresión viva de belleza. Desde las manos de sus campesinos, que permiten disfrutar una fruta distinta cada día del año, hasta las comunidades indígenas que conservan más de 65 formas de decir “bienvenido”, Colombia es ejemplo de cómo la belleza trasciende lo estético y se convierte en un patrimonio social y humano.

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